Días 1-2: Nantes
Una ruta por la bretaña francesa puede comenzar en Nantes, una ciudad a la que llegas en 2h 06min en la ruta París-Nantes en TGV, el tren de alta velocidad de Francia operado por la compañía SNCF. La ciudad natal del escritor Julio Verne cuenta con auténticas joyas para ver, por lo que necesitarás al menos dos días para conocerla. Visita el castillo de los duques de Bretaña y pasea por la parte más alta de su muralla para ver bonitas vistas del castillo y del destino. Justo delante está la antigua torre de la fábrica de galletas LU, que se ha convertido en un símbolo del lugar. Camina por las calles rue des Carmes o la Baclerie para enamorarte de las fachadas de madera de su barrio medieval y luego camina por el pasaje Pommeray, no solamente para ir de compras, sino también para admirar su arquitectura.
Si al día siguiente te apetece un poco de tranquilidad y quieres disfrutar de la naturaleza, piérdete por el jardín botánico de las Plantas. Otra opción es irte de excursión a la isla artificial de Versalles, llena de rocas, cascadas y jardines que recuerdan a Japón. Si vas con niños, seguro que les gusta la isla de Nantes, un lugar de edificios contemporáneos donde hay un carrusel, unas máquinas con forma de animal que se mueven y un enorme elefante de madera que incluso camina y te tira agua si subes. Por la tarde puedes ir al mercado de Talensac, el más antiguo de Nantes, que está abierto todos los días menos el lunes. Para acabar el día, disfruta del atardecer pedaleando por la ribera del Erde.
Días 3-4: Rennes
A Rennes, la capital de la bretaña francesa, llegas fácilmente en 1h 15min en el tren TER que cubre la ruta Nantes-Rennes. Es el punto de partida para visitar las ciudades de los alrededores. Una vez en este destino, piérdete por su casas de entramado de madera que tiene fachadas de todos los colores. Hay 286 y las puedes ver paseando por el centro histórico, donde también está la catedral, en la que en su día se coronaron duques y duquesas de Bretaña. Sigue hasta las Portes Mordelaises, que fueron la entrada a la ciudad en el siglo XV. Si estás en la ciudad el sábado, vete al mercado de la place des Lices, el segundo más grande de Francia. Acaba el día dando un tranquilo paseo por la orilla del río Vilaine.
Al día siguiente, hazte una foto en el Parlamento de Bretaña, todo un símbolo de la zona, y vete a la plaza del Ayuntamiento. La casa consistorial es un edificio cóncavo que engloba tres: ayuntamiento, tribunal judicial y torre del reloj. Date un paseo por el impresionante parque Thabor, donde podrás pasar varias horas viendo un jardín inglés, otro francés, uno botánico, un jardín de rosas, cascadas y algunas cuevas. Para disfrutar de la cultura de esta ciudad, vete a Champs Libre, un lugar en el que podrás visitar el Museo de Bretaña, que te cuenta su historia, un planetario y una enorme biblioteca. El Museo de Bellas Artes, con obras de Donatello, Rembrandt y Da Vinci, también merece una visita.
Día 5: Vitré
A la estación de Vitré llegas en 19 minutos en los trenes de SNCF que cubren el trayecto Rennes-Vitré. Dicen que este lugar es uno de los más bonitos de Francia. Y es que es una de las ciudades medievales de la Bretaña francesa mejor conservadas y cuenta con un amplio patrimonio que le valió en 1999 el título de “ciudad de arte e historia”. Como todas las ciudades medievales, Vitré cuenta con un castillo, el de Rochers-Sévigné. Aunque era de madera, el actual es de piedra y se construyó en el siglo XIII. La época del Renacimiento fue su momento de mayor esplendor, cuando la plaza de Notre Dame se convirtió en un importante lugar para el mercado de telas. Pasea por sus calles admirando sus casas de madera.
Día 6: Fougères
Si Rennes es tu punto de partida, desde aquí también puedes hacer una excursión en tren hasta la estación de Fougères, adonde llegan trenes Rennes-Fourgeres que te dejan en el destino en 1h 12min. En esta ciudad se encuentra el castillo más grande de toda Europa. Construido entre el siglo XII y el XV, este enorme complejo de piedra con 13 torres, en la actualidad rodeadas de bellos jardines, sirvió de defensa durante la batalla por las fronteras de la Bretaña francesa. Las vistas desde sus murallas resultan impresionantes.
Día 7: Mont-St-Michel
En 1h 10min llegas en autobús de Rennes a Mont-St-Michel. Es un lugar curioso. Como su nombre indica, es un monte que en su día estaba en una isla y que hoy está conectada con la tierra por una pasarela que puedes cruzar andando o en autobús. Es espectacular. Hay que hacer una foto desde lejos para ver el monte y, una vez en el lugar, desde sus miradores, que ofrecen unas bonitas panorámicas. Si estás por la noche, fíjate en la abadía iluminada.
Días 8-10: St-Malo
Varios trenes cubren la ruta Rennes-St-Malo a lo largo del día. El más rápido, el tren de alta velocidad francés TGV, lo hace en 48 minutos. Este destino fue lugar de paso de intrépidos aventureros y piratas en el pasado. Para disfrutar de la ciudad tienes que quedarte varios días. El primero lo puedes dedicar a descubrir su pasado caminando por intramuros. Puedes entrar por varias puertas pero la más espectacular es la de Saint-Vincent. Párate en la plaza Chateaubriand, toma algo en sus bares o visita la casa del escritor que da nombre a la plaza. Visita la catedral y haz una foto desde el bastión de Hollande.
El segundo día lo puedes dedicar a la playa Bon Secours, desde donde se ven bonitas vistas a dos de sus islas, Grand Bé y Petit Bé. Si descansar en la playa no es lo tuyo, coge un barco que te lleva a estos islotes, aunque que salga o no, depende de la marea. Si eres atrevido, puedes llegar nadando. Grand Bé está deshabitada y lo único que hay es un cementerio rodeado de naturaleza. En Petit Bé hay una fortaleza y desde ahí se pueden ver vistas espectaculares de Saint Malo. Si te quedas otro día, puedes irte de excursión a la isla de Jersey para disfrutar de la naturaleza. Llegas ahí en ferry.
Día 11: Combourg
El lago que se encuentra a los pies del castillo de Combourg, sus calles medievales y la frondosa vegetación que rodea a esta ciudad la han convertido en una de las más bonitas de la Bretaña francesa. Ciudad natal del poeta y escritor francés Châteaubriand del que se dice vivió en la torre del gato de la fortaleza, también ha sido la cuna del Romanticismo. Coge un tren para llegar hasta la estación de trenes de Combourg. Puedes visitarla en un tren TER que cubre la ruta Saint Malo-Combourg en 23 minutos.
Día 12: Dinan
Para llegar a la estación de Dinan puedes coger un tren TER que cubre la ruta Combourg-Dinan en 49 minutos, aunque hay que hacer un pequeño trasbordo en Dol-de-Bretagne. Una vez en la ciudad, puedes empezar un recorrido por este destino, un enclave medieval que guarda un patrimonio artístico e histórico muy importante. Pasea por la rue du Jerzual, una calle empedrada llena de historia porque por aquí se trasladaban las mercancías del puerto al centro. Admira sus casas de entramado de madera, de pizarra y de granito. Párate en la torre del reloj, del siglo XV. Cuando hagas una pausa, degusta los mejores vinos franceses y saborea auténticas delicias gastronómicas.
Día 13: Josselin
A orillas del río Oust se encuentra este pequeño y acogedor pueblo medieval, uno de los más encantadores de toda la Bretaña francesa y una parada imperdible para los amantes de los cruceros fluviales. Visita la casa más antigua de esta localidad, situada en el centro y levantada en el año 1538. Sirvió de modelo para construir todas las demás edificaciones medievales de Josselin. Esta puede ser la última parada en tu ruta por la Bretaña francesa. Para regresar, puedes coger un tren de Josselin a Nantes que te deja en la ciudad en 2h 56min.
Un viaje en tren a la Bretaña francesa te va a permitir viajar a través del tiempo para transportarte hasta la época medieval. Elige las ciudades que deseas visitar en función de tus días libres y disfruta con nosotros de la comodidad que supone trasladarse en ferrocarril por una de las regiones más bellas de Francia.